Turismo subterráneo en los palacios del pueblo del metro de Taskent

Taskent, la capital de Uzbekistán, fue la primera gran urbe de Asia Central en tener red de ferrocarril urbano subterráneo. El hecho se produjo tras una catástrofe de gran magnitud, el terremoto que asoló la ciudad y derrumbó hasta el 70% de sus edificios. Era 1966 y había que repensar el diseño para que en el futuro los efectos de temblores de tierra no fueran tan desastrosos. Se optó por una ciudad más ancha que alta. Y aun así, con grandes avenidas para que los inmuebles que pudieran caer no se derrumbaran unos sobre otros. Pero eso representaba desplazamientos más largos para sus habitantes, había que ponerse a trabajar en una red de metro.

En ese medio siglo largo, el metro de Taskent ha multiplicado por tres sus líneas y estaciones, y ahora cubre razonablemente gran parte de la capital uzbeka, si bien las distancias entre cada parada son enormes para los estándares europeos.

A mitad de la década de 1960, Uzbekistán formaba parte de la Unión Soviética, y los ideales del socialismo y el mimetismo con todo lo que hacía Moscú eran la moneda corriente. De manera que en cuanto a los andenes y los pasillos de conexión, se decidió copiar –de forma algo más modesta– los “palacios del pueblo” de la capital de la federación. Así, comenzaron a decorarse las salas de entrada y los corredores con grandes cúpulas pintadas con arabescos, a la vez que las columnas de pórfiro verde y otros materiales nobles aparecían por doquier. Además, se quiso que no aparecieran dos estaciones iguales, de manera que hubo que hacer un esfuerzo imaginativo.
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Hoy, una de las sorprendentes actividades que el viajero puede realizar en Tasklent es ir a la caza de las estaciones de metro monumentales. Para ello, solo necesita obtener el baratísimo billete de un viaje (0,08€) y hacerse con un plano fiable de la red subterránea. Este segundo reto es más difícil, pues no se facilita en las taquillas, y hay que recurrir a la errática oficina de turismo de la ciudad.

La estación de Alisher Navoi fue encargada a un famoso pintor de Uzbekistán

La estación de Alisher Navoi fue encargada a un famoso pintor de Uzbekistán Getty Images

No todas las estaciones cuentan con un diseño interior destacado. La línea 3, inaugurada en 2020, cuando Uzbekistán ya era una república independiente y los ideales socialistas había pasado a mejor vida, se ciñó a lo funcional. Sin embargo, hay hasta 7 paradas en la red que tienen características monumentales y que vale la pena visitar.

La céntrica estación de Alisher Navoi es el gran nudo comunicacional. Su diseño se encargó al artista Chingiz Akhmarov, famoso pintor que se había ocupado de los interiores de varios museos de diferentes lugares del mundo.

La estación Bodonzor apuesta por unas farolas con aspecto extraterrestre 

La parada Kosmonavtlar, como no podía ser de otra manera, está decorada con murales cerámicos en los que se reproducen los más afamados cosmonautas soviéticos. La iluminación del centro de los andenes es una tira de “astros”. La estación Bodonzor, en sintonía, apuesta por unas farolas con aspecto extraterrestre que iluminan la elegante cúpula de las vías decorada con grandes estrellas de ocho puntas.

Las lámparas colgantes del techo y las columnas decoradas con metal de aire túrquico y decididamente orientalista son la apuesta de la parada de Yunus Rajabiy. La Pushkin opta por unos candelabros gigantescos de tubos amarillos que simulan velas y columnas de elegante mármol blanco veteado de negro. Muy teatral, en honor al dramaturgo ruso.

Los murales cerámicos de cosmonautas soviéticos decoran la estación de Kosmonavtlar

Los murales cerámicos de cosmonautas soviéticos decoran la estación de Kosmonavtlar Ksinan Peter

La estación Hamid Olimjon prefiere unas cúpulas enormes que ven rota su linealidad con cenefas de cerámica que recuerdan las alfombras de seda del valle de Fergana. También la iluminación, unos grandes paraguas invertidos, contribuye a crear un aire nómada de la estepa.

Sin duda, los pasillos más suntuosos son los de la parada Mustakillik Maidoni, con pilastras y lámparas de estilo orgánico que recuerdan vagamente –al modo uzbeco– a la obra de Antoni Gaudí.

Las arañas de los techos de la estación de Chilonzor recuerdan a las de las mezquitas de Estambul

Muchos pasajeros aseguran que la estación Chilonzor, decorada en su día por artesanos bálticos, es una de las más refinadas. Los techos sostienen arañas que recuerdan a las de las mezquitas de Estambul. Lo mismo sucede con la decoración geométrica y los grandes paneles de santos sufíes y personajes del folklore musulmán.

En fin, que Taskent, una ciudad que sorprende por no estar en absoluto carente de encantos, tiene en el turismo subterráneo del metro una de las más originales apuestas. Una experiencia interesante a un precio imbatible, aunque la opción por bombillas de vataje bajo que ofrece una luminosidad un tanto apagada desluzcan el espectáculo arquitectónico.

La estación de Mustakillik Maidoni es una de las más suntuosas del metro de Taskent

La estación de Mustakillik Maidoni es una de las más suntuosas del metro de Taskent Getty Images/iStockphoto

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